domingo, 21 de noviembre de 2010

Ruta Cartajima - Igualeja.



Bella y cómoda ruta que une los pueblos de Cartajima e Igualeja, en el Valle del Genal. Discurriremos entre fincas dedicadas al cultivo del castaño. Recomendada sobre todo para realizar en otoño, y disfrutar así del cromatismo que el castañar nos ofrece en esta época.







Provincia: Málaga.
Localidad de referencia: Cartajima.
Tipo de Ruta: Lineal.
Distancia: 6,25 kilómetros.
Época recomendada: Otoño, en especial mediados de noviembre.
Dificultad: Baja.
Notas: Esta caminata, puede combinarse con las rutas Parauta-Cartajima, e Igualeja-Parauta, para hacer un recorrido circular de algo más de 17 kilómetros, por los bellos paisajes que nos brinda el Havaral en otoño (ver). Abstenerse de recolectar castañas.





Mapa general de la ruta.


Perfil de la ruta.

Esta ruta, realizada el 21 de noviembre de este año 2010, es la tercera ruta que hacemos por el Alto Genal esta temporada, con el fin de  apreciar los cambios del paisaje a lo largo de la estación otoñal.


Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Cartajima.

Iniciamos nuestro itinerario en las cercanías de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Cartajima. Este templo, construido a principios del siglo XVI, ha sufrido varias reformas a lo largo del tiempo hasta llegar a su configuración actual, la ultima de ellas el pasado año 2009. Se accede a ella, tras subir una escalinata que salta un considerable desnivel, para encontrarnos con una portada de carácter barroco. Su planta, es irregular, diseñada y construida en un principio con tres naves, pero tras las remodelaciones sufridas solo conserva la nave central y parte de la nave izquierda. Su torre es rectangular y se constituye de tres niveles. Su cubierta esta formada por un tejado de teja a cuatro aguas, culminado en su vértice por una veleta. El cuerpo de campanas, tiene cuatro aberturas en forma de arco de medio punto. En la última reforma, se le ha añadido a la torre un reloj en su segundo cuerpo.


Calle Capitán Cortés. Cartajima.

Desde este punto, callejeamos brevemente por el pueblo, hasta situarnos en la calle Capitán Cortés. Muy cerca del final de dicha calle, a nuestra izquierda, parte la pista hormigonada, por la que encaminaremos nuestros pasos. En su comienzo, podemos ver a la derecha, semioculto entre zarzales, el poste que sostiene una flecha indicadora, que señala el inicio del PR-A 222, Parauta-Cartajima. En la flecha, esta grabada la inscripción “Parautas 1h. 15min.”.


Señal indicadora del PR-A 222 en Cartajima.

El camino inicia un suave descenso. Nada mas comenzar a andar por esta pista, comenzamos a ver castaños. A nuestras espaldas, es perfectamente visible el paraje de Los Riscos, mientras que a nuestra izquierda, vemos la cancha Armola y el cerro Malhacer, así como un poco más allá, el pueblo de Parauta.


Los Riscos, vistos desde la salida del pueblo.


Cerro Malhacer (izquierda) y cancha Armola (derecha).


Vista sobre el pueblo de Parauta.

En escasos cien metros, el hormigón desaparece del camino, convirtiéndose en terrizo. Inmediatamente, encontramos a la izquierda, al Castaño Arena, imponente árbol, incluido en el Catalogo de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía, con una altura de 17 metros, y una copa de 189,75 metros cuadrados. Pero su  principal característica es la de poseer un tronco principal con un grosor imponente; el perímetro es superior a los 7 metros, a 1,30 metros desde el suelo, mientras que en la peana tiene un contorno de 10,20 metros. La voluptuosidad del tronco es fruto de una avanzada edad, la cual se estima en unos trescientos años, según los datos aportados por los vecinos de Cartajima.


Castaño Arena.

Los castaños, en el día de hoy, tienen sus ramas mucho más despejadas de hojas que en la última visita que realizamos a la zona (hace ocho días). Las hojas que se encuentran aun en las ramas, no son predominantemente amarillo-dorado como entonces, sino que se han tornado en su mayoría de un color marrón-ocre. El suelo está alfombrado de un manto de hojas secas, más denso en algunos lugares que en otros.

Detalle del tronco del castaño Arena.

El Castaño Arena, sin embargo, parece ajeno a todo esto, manteniendo la mayor parte de sus hojas aun verdes, aunque ya podemos apreciar muchas más de ellas de color amarillo, en comparación con las que tenía en la visita anterior.

Recorremos unos doscientos metros, cuando a nuestra derecha, en ligero ascenso, parte un nuevo camino que en breve se introduce en una finca, a través de una cancela metálica, la cual está soportada por unos pilares de obra hechos de ladrillo.


Todos los colores del otoño se despliegan ante nosotros al caminar.

Unos setenta metros mas allá, llegamos a un breve tramo hormigonado. A la izquierda se abre un camino, el cual se dirige a una finca privada, atravesando otra cancela metálica.

Atravesamos una zona de gran belleza paisajística, dominada por el castaño, siempre caminando en suave descenso, y que es conocida por los lugareños como “Las Allanás”.


Cielo y tierra se conjugan para deleitar nuestra retina con bellas imágenes.

En ciento ochenta metros, encontramos a nuestra izquierda, una senda, la cual parte en descenso. No la seguimos. En unos noventa metros, a nuestra derecha, parte un nuevo camino que asciende y que durante un corto tramo va paralelo a nuestro camino. Del mismo modo que el anterior, no lo tomamos. Algo más de treinta metros después, a la izquierda, se abre un nuevo sendero, que también descartaremos.


Noviembre en el Havaral.

Al poco, el camino comienza a bajar con mayor pendiente, y en unos doscientos metros, alcanzaremos un nuevo sendero que se desprende a la izquierda. Lo ignoraremos.


Castaños y cancha Armola.

El castañar, comienza a disminuir su presencia poco a poco. En unos trescientos metros, a nuestra izquierda, se abre un nuevo camino que desciende suavemente. Como los anteriores lo ignoraremos.


En esta zona el castaño comienza a ralear.

Descendemos decididamente, describiendo amplias curvas. Ya no vemos castaños, y en los márgenes del camino, nos acompañan zumaques, quejigos, encinas, así como algunos almendros y olivos. En una de las curvas, a nuestra derecha, en la lejanía, vemos el caserío de Pujerra, colgado de la ladera de su loma.


Vista hacia Pujerra. El zumaque se tiñe de rojo en estas fechas.

Al poco, a nuestro frente, comenzamos a ver el bosque de galería, integrado por chopos en su mayor parte despojados de hojas, que acompañan las riberas del río Nacimiento, hacia cuyo cauce nos dirigimos.


Poco antes de alcanzar el río Nacimiento, encontramos a estos amigos pastando tranquilamente.

Tras recorrer algo más de medio kilómetro en franco descenso, alcanzamos una pequeña explanada junto a la ribera derecha del río Nacimiento. A nuestra derecha, vemos los vallados de alambrada de una finca. En su interior, podemos ver bidones, chapas retorcidas y todo tipo de materiales abandonados. Arriba y a la izquierda, vemos los restos de una edificación junto a una encina de mediano porte. A la izquierda, el camino que traíamos hasta ahora, se prolonga en un bello tramo encajado entre los chopos de la ribera. No tomaremos dicho camino, el cual conduce al pueblo de Parauta, abandonando por lo tanto en este punto, el trazado del PR-A 222.


Pequeña explanada. Debemos tomar el sendero de la derecha para encaminarnos hacia Igualeja.


Restos de edificación a nuestra izquierda.

Si prestamos algo de atención, a nuestro frente y algo a la derecha, entre el vallado y el cauce del río, parte un ubicuo sendero, por el cual hemos de dirigirnos. En escasos metros, el sendero llega a un vado en el curso del río Nacimiento. En este lugar, dentro del cauce, encontraremos algunos troncos cortados, dispuestos para facilitar el cruce del río. Sin mas vacilación, y siendo precavidos, atravesamos el curso del Nacimiento, y encaminamos nuestros pasos, por el amplio sendero que encontramos a nuestro frente en la otra orilla.

Vadillo por el que cruzamos el río Nacimiento.


Río Nacimiento.

En escasos metros, el sendero se estrecha considerablemente, e inicia una fuerte subida.
En unos ciento veinte metros, pasamos a nuestra izquierda, junto a una casilla de aperos, y en poco más de cuarenta metros, alcanzamos el inicio del carril que nos conducirá a Igualeja. Este carril, por el cual podemos encontrarnos vehículos a motor, asciende describiendo amplias curvas, por la cara noroeste de la Loma de Igualeja, superando un gran desnivel.


Poco antes de conectar con el carril que va a Igualeja, pasamos junto a una primera casilla de aperos.

La pendiente se modera. Caminamos por parajes por los que el castaño es dueño y señor del paisaje, descubriendo constantemente rincones de gran belleza. Destaca la gran densidad de árboles de la zona.

Castaños y Riscos.

En unos trescientos veinticinco metros, dejamos a nuestra izquierda otra casilla de aperos, a la que se accede por un corto camino.


Pasamos junto a otra casilla de aperos.

En muchas zonas del camino, tenemos magnificas vista hacia Los Riscos, Cartajima, la cancha Armola, el cerro Malhacer. El contraste cromático que podemos apreciar en el paisaje es indescriptible, y que nos hace pensar en otras localizaciones más norteñas dentro de España, y no en la provincia de Málaga. Los amarillos y ocres de los castaños, se combinan con el rojo intenso del zumaque, el verde claro de los pastos, el verde oscuro de las encinas, el gris de la piedra, el marrón de la tierra y el azul del cielo, todo ello aderezado por la variable iluminación que provoca un cielo de algodonosas nubes blancas, todo ello conforman uno de los mas bellos paisajes que se pueden admirar.


Mar de hojas caídas.


Colores, luz y sombra.

En algo más de doscientos metros, llegamos a una bifurcación, donde el camino se divide en dos ramales, uno a la derecha el cual no tomaremos, y otro a la izquierda por el cual seguiremos. Justo en el punto donde se produce la bifurcación, clavada en el tronco de un castaño, vemos una señal de tráfico, que informa que el carril de la derecha no tiene salida.


Belleza.

En unos ciento veinte metros, alcanzamos una nueva bifurcación del camino. Esta vez tomaremos el ramal de la derecha, desechando el sendero que se dirige a la izquierda.


Ascendemos cada vez más por la loma de Igualeja.

La pendiente se hace cada vez mas moderada. En nuestro caminar encontramos algunos pequeños senderos que se introducen en las fincas castañeras por las que pasamos, y que ignoraremos. El primero de ellos, lo encontramos en unos trescientos cincuenta metros y se abre a la izquierda. Posteriormente, a unos ciento cincuenta metros, encontramos otro a la derecha, el cual asciende.


Vista sobre Cartajima y Los Riscos.


Retuerta del camino.

Unos cuarenta metros más adelante, a la izquierda del camino, encontramos un coche abandonado y en bastante estado de deterioro. Se trata de un Renault 4, originalmente de color blanco, cuya chapa oxidada en su mayor parte, parece querer conjuntar con los colores de las hojas secas por la otoñada. Junto a el, parte a la izquierda, un sendero, el cual ignoraremos.


Renault 4 abandonado, poco antes de alcanzar la cordal de la loma de Igualeja.

Desde este punto, la cordal de la loma, se aprecia ya a mano, cosa que celebramos, fatigados por la subida. La alcanzamos en escasos cien metros, encontrando en ella un nuevo cruce de caminos. De derecha a izquierda, se extiende un carril, el cual recibe el nombre de camino de Halda o de Jalda, también conocido como el “carril de Lo Alto de la Loma”. Si girásemos a la izquierda, tras un rato, terminaríamos por alcanzar la carretera de Igualeja MA-7304 (ex MA-526). Si giramos a la derecha, podríamos acceder a varias fincas dedicadas al cultivo del castaño. A nuestro frente parte otro carril, que es el cual tomaremos.

Al fin alcanzamos la parte alta de la loma.

El camino comienza a descender, siempre rodeados de castaños. En unos ciento ochenta metros, de nuestro camino, se desprende un ramal a la derecha, y que en franca bajada, toma sentido contrario a nuestro caminar.


La loma de Igualeja, está practicamente dedicada al completo al cultivo del castaño.

La zona por la que caminamos, recibe el nombre, de Halda, Jalda o Jarda. En escasos cien metros, vemos a nuestra derecha una finca limitada por una alambrada, el la cual además de castaños, podemos ver olivos. Dentro de ella, vemos otro coche abandonado. Igualmente que el anterior, se trata de un Renault 4, también blanco, pero de otra versión, tipo furgoneta. Este se encuentra mucho más conservado, teniendo escaso oxido en su chapa.


Pasamos junto a otro Renault 4 abandonado.

En otros cien metros, atravesamos el cauce seco del arroyo de Halda. En sus proximidades, encontramos a la derecha una serie de edificaciones, entre ellas lo que parece una extraña alberca, a las cuales se acceden mediante un sendero que desciende a la derecha, y que presenta una cadena para cortar el acceso.

Nuestro camino, nuevamente asciende, pero muy suavemente, llaneando prácticamente a continuación. En algo más de doscientos cincuenta metros, alcanzamos una nueva encrucijada de caminos, con tres opciones. El primer camino por la izquierda, recibe el nombre de camino de la Bejorca, y conecta con el camino de Halda o carril de Lo Alto de la Loma. El segundo por la izquierda, conduce a una finca. El tercero, a la derecha, es el que debemos tomar.

En escasos cincuenta metros, encontramos a nuestra izquierda un camino que parte en descenso, y el cual ignoraremos.

En noventa metros, alcanzamos un tramo del camino, en el que el firme terrizo se sustituye por hormigón. Este tramo hormigonado, se extiende escasamente por cincuenta metros. En el punto en donde finaliza el hormigón, a nuestra izquierda, se abre un sendero que desciende bajo unos castaños. No tomaremos por el. A la derecha del camino que traíamos, encontramos una estaquilla de algún PR, con el símbolo de camino equivocado. Ignoramos dicha estaquilla, y nos encaminamos al frente. Desde este punto, vemos claramente el pueblo de Pujerra.

En unos ciento veinticinco metros, alcanzamos nuevamente un tramo hormigonado. En este punto, se abre un sendero a la derecha, encajado a ambos lados entre vallados, el cual también desecharemos. Seguimos al frente.


Una tras otra se suceden las fincas dedicadas al cultivo del castaño.

Escasos cien metros más adelante, el hormigón finaliza. Al frente, continua el camino por el que caminamos hasta el momento, encajado entre alambradas y próximo a unas torretas de alta tensión. No tomaremos por el, sino que giraremos a la izquierda, por un camino que se abre en este punto. El nuevo camino, igualmente discurre flanqueado por vallas metálicas, y en su comienzo a la derecha vemos unos cuantos árboles de almendro.

En doscientos metros llegamos a otra bifurcación del camino. A la derecha se abre un ramal que tras un corto recorrido se introduce a través de una cancela metálica en una finca. Obviamente no lo tomaremos. Cogeremos el ramal de la izquierda.

En cincuenta metros, el camino por el que discurrimos, se corta por una valla metálica. A la izquierda, encajado entre chumberas, higueras, zumaques y castaños, parte un estrecho senderillo en notable descenso. Nos encaminaremos por el, con cuidado de no perder pie, y caer sobre alguna de las pencas que lo flanquean.


Tras cerrarnos el paso una valla metálica, debemos tomar este pintoresco sendero.

Escasos metros después, a la derecha, se abre un sendero que discurre bajo castaños y que va flanqueado a ambos lados por sendas alambradas. No lo tomaremos. Al poco, entre la arboleda, tenemos nuestra primera vista sobre el pueblo de Igualeja, el cual se aprecia ya a un tiro de piedra.


Igualeja ya está a la vista.

Recorremos por este bello sendero encajado entre la vegetación, alrededor de trescientos veinte metros, siempre en descenso, cuando intersecamos de izquierda a derecha y en oblicuo, otro senderillo, en el cual a ras de suelo podemos apreciar una pequeña acequia. Nosotros seguimos al frente en la misma dirección que traíamos.

Unos veinticinco metros más adelante, alcanzamos una caseta de obra. Junto a ella, el camino se bifurca en dos ramales. Vemos a nuestra derecha, una estaquilla de continuidad de un sendero PR. Nosotros giraremos por el ramal de la izquierda, desechando el de la derecha, el cual desciende ligeramente, flanqueado por unos muros de piedra, recubiertos de hiedra, y abundantes higueras.

En unos sesenta metros, el camino se convierte en hormigonado. Cruzamos el arroyo del Hiladero mediante un puentecillo. Dicho arroyo trae bastante agua en estas fechas. Al poco, desechamos un camino que se abre a nuestra izquierda, y finalmente entramos en el casco urbano de Igualeja, por medio de la calle Hiladero.


Tras cruzar el arroyo del Hiladero por un puente, entramos en el caserío de Igualeja.

Ya en Igualeja, podemos perdernos por sus calles, y ver sus fuentes y los paneles informativos realizados en azulejos (El termino Municipal de Igualeja, El Tostón de Castañas, Las Plantas Medicinales, La Semana Santa, Juegos Infantiles, e Historia Medieval). Podemos visitar asimismo la Iglesia Parroquial de San Gregorio Magno y Santa Rosa de Lima, del siglo XVI.

Panel informativo hecho de azulejos en Igualeja.


Paraje del Nacimiento de Igualeja. Lugar oficial de Nacimiento del río Genal.

Pero sin duda, lo que no podemos dejar de hacer, es visitar el Paraje del Nacimiento, donde el río Genal tiene su nacimiento oficial, y la cercana cooperativa de castañas, en la que podemos comprar castañas con una relación calidad/precio inigualable.


Documentación:

-         “Valle del Genal – Guía del excursionista”. Rafael Flores Domínguez. Editorial La Serranía. Ronda 2007.
-         “Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía – Málaga”. Varios autores. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 2004.
 


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